La generación de las mártires sociales
Ser diplomático y cortés no es lo mismo que ser permisivo y condescendiente. Hay un pequeño límite entre ser justo y ser huevón. A muchas mujeres millenials, new age, feminazis, nos enseñaron que empoderarse es no dejarse, aún si esto implica sacrificar la tranquilidad por dar la lucha social y por adoptar posturas que puedan amenazar nuestra propia personalidad. Absolutamente nadie en la vida puede ser neutral. Las opiniones se forman en micro segundos y cohabitan con la lógica, la inteligencia y las emociones; sí, pueden cambiar, pero esto no nos exime de portarlas como estandarte mental a la hora de lanzar juicios contra algo o alguien.
Somos instintivas por naturaleza, y ese instinto implica ser coquetas y territoriales. Por más civilizadas que nos creamos, estoy segura que cada una de nosotras sabe y entiende qué la pone de malgenio. Decidimos cuándo dar rienda suelta a los sentimientos y cuándo guardarlos, una medida prudente cuando nuestra lógica nos alerta de que nos estamos comportando como unas locas enfermas, pero una insensatez cuando apelamos a las convenciones sociales para justificar una situación irrisoria, que solo concierne a nuestro ego y que nos afecta negativamente, ante la cual decidimos no explotar por creernos hembras alfa, dignas de ser admiradas y escasas de arrebatos ‘antinaturales’.
No se trata, y en esto pongan mucha atención, de arremeter contra el otro. No somos el centro del universo y el mundo no nos debe nada. Nuestras pataletas nos las tenemos que aguantar porque nadie sabe cómo se ve, cómo se siente, cómo duele, cómo lastima y por eso mismo, porque nadie sabe, nadie se va a poner a consolarnos con pañitos de agua tibia. Si usted entiende que el mundo no le debe nada, que el malgenio se lo gana usted sola y que la lógica a veces no funciona para el bienestar emocional, tome las medidas necesarias.
Si no ha superado a su ex, pero ya terminaron hace un tiempo y lo tiene en redes sociales donde puede ver sus nuevas aventuras y esto la pone mal pero mantiene una relación ‘cordial’ por demostrar madurez ante la persona e incluso ante sus círculos sociales y su propia pareja actual, en caso de tenerla, ¿no piensa que la única causante del malestar es usted misma? Un simple clic le evitará noches de desvelos y mini tusas, mientras cierra el ciclo y supera el tema.
Si a usted le disgusta la ex de su ex o la novia de su ex y se encuentran por azares en el mismo plan social, y le molesta de sobre manera lo que la ‘perra esa’ diga o su principal entretenimiento de la noche se convierte en criticar su vestido, la forma en cómo se ríe, si dice alguna bobada y en una serie de resultados de su propio análisis venenoso, ¡deténgase! lo único que está haciendo es dándole un lugar a esa persona que ni se merece ni se ha ganado. La única que se mata la cabeza es usted y la solución está a la mano: irse. Sus pies no están atados y está en libertad de hacer lo que le plazca. Si realmente es capaz de soportar a esa persona indeseable porque las razones para quedarse le brindan mayor bienestar, no hay lío; pero si su único objetivo de la noche es demostrarle a la ‘zorra esa’ que a no le afecta su presencia, definitivamente, usted está jodida.
Si usted espera mucho de sus amigos y se siente más decepcionado cada día que pasa, empiece a descartarlos de su círculo social. Construya su mundo social con aquellas personas que demuestran interés en su bienestar y una cierta prioridad hacia usted en comparación con otras amistades. No es fácil encontrar buenos amigos, pero hacer el filtro a veces evitará esperar demasiado de alguien que no está dispuesto a dar. De esta manera evitaremos juicios erróneos, porque recuerde, ningún ser humano actúa de la misma manera y, probablemente, nos sentiremos mejor respaldados por las personas con las que que compartimos los mismos valores de amistad. No tema perder un ‘amigo’, si no llegaron a una convivencia sana, hay que repensar el concepto de amistad aplicado en ese caso. Pero ¡ojo! que no sea compatible con usted no lo convierte automáticamente en un enemigo. La historia, los recuerdos pesan, pero no fueron más, evalúe su presente y las atenciones que requiere en el mismo. Los recuerdos por más bonitos que sean, formarán parte del pasado y si ese pasado evoca nostalgia porque ya no se vivencia, pelada, hay que tomar cartas en el asunto. No obstante, poner de nuestra parte, buscar acercamientos o nutrir relaciones que creemos que valen la pena no está mal. Está mal seguir dando patadas de ahogado cuando una amistad está más hundida que el Titanic. Repito, aquí no hay culpables, entiéndalo como una necesidad mutua que no se satisface mutuamente. Cada quien por su camino y todos felices. Si la vida los tiene para buenos amigos, así se lo hará saber. Si usted es la que no es compatible con la otra persona, tampoco se queje. Cuesta mucho asimilarlo pero es mejor dejar ir y dejar ser. Así como estamos mejor sin ciertas personas, hay personas que están mejor sin nosotras.
Me han desechado y he desechado y en ambos casos, por más injusticia que alguna de las partes haya sentido, es muy cierto que siempre queda una sensación de bienestar, ya sea actual o en el futuro. Con esto me refiero a que en muchas ocasiones estas relaciones sociales son fuente de incomodidad, sea por discusión, por incompatibilidad, por incomprensión, por intolerancia, que al perderse eliminan el hilo conductor de una serie de comportamientos y reacciones inversamente proporcionales al bienestar. Incluso, cuando se pierden y no hay una fuerte diferencia de por medio, notamos que no hacían mayor inferencia en nuestras vidas. Aportar no necesariamente trasciende a una enseñanza o crítica sino al nivel de interés que yo como persona le aplico a otra. Si yo ni siquiera noté la distancia, probablemente mi atención hace mucho había suprimido la importancia de esa persona en mi vida.
Esto lo he aprendido a las patadas en un proceso de ensayo y error y aunque no me arrepiento de haber perdido lazos con las personas que ya no están en mi vida, reconozco que aprendí mucho de ellas. Ya no soy esa mujer que se las daba de diplomática a costa de sus rencores escondidos en la densa nube de la hipocresía. Ahora no me tiembla la voz para decir ‘coma mierda’ y ‘abrase’ e incluso, ya no me flaquea el poder de decisión. Sé lo que quiero, lo qué tengo que hacer para obtenerlo y a quiénes quiero junto a mí.
Realmente los comportamientos antinaturales son los que atentan en contra de nuestra consistencia humana en las dimensión social e individual.
Si escucháramos más a nuestros instintos y lograramos una conexión y un diálogo con los mismos, podríamos llegar a acuerdos de sensatez, abrazando nuestra propia alma y entiendo el tipo de estímulos que nos disgustan para así encontrar la solución más adecuada. Pero, hay reacciones que no podemos controlar y que incluso nos avergüenzan cuando hacen aparición. A esos estímulos es a los que hay que ponerles atención y hacerles frente. Seguimos siendo animales y seguimos teniendo instintos. Aprendamos a lidiar con ellos para llegar a un punto de equilibrio. No es tan difícil; a veces solo es dejar la falsa cortesía y los formalismos y hacerse a un lado; abandonar lugares, ser honesto en las opiniones, ser directos expresando lo que no nos gusta y hacer un filtro sensato. No le caemos bien a todos, ni todos nos aman. Al final, culpamos a las personas de nuestros malestares y somos nosotras mismas quienes buscamos a esos susodichos para continuar de mártires.
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