A la constelación de pecas imposibles de alcanzar.
Me da rabia, lo confieso, quererte y amarte tanto en
silencio.
Me sulfura haberte pensado tantas veces y, peor aún,
seguirlo haciendo.
Lo confieso, me lástima que no te hayas arriesgado.
No lo dudo, no dudo del hecho de haberme engañado.
Me parece absurda toda la ilusión que te invertí, tanta
imaginación que quedó en irrealidad, tantos suspiros escondidos, tantas miradas
acalladas y tantos gritos que se quedaron en una bóveda cardíaca.
¿Cómo olvidarte si te amo desde que te vi?
¿Cómo dejar de quererte si un beso tuyo me trastorna, si
tu voz se me hace indispensable y tu sonrisa es el gesto más sincero que me han
podido regalar?
¿Cómo olvidarte si tu olor es el único aroma que llevo
impregnado en la mente y tu espalda es una completa perdición erótica?
¿Cómo olvidarte si aún guardo la esperanza en los
escombros del sentir de que algún día se te escape la verdad de este terreno
sentimental tan tuyo y tan impenetrable?
¿Cómo olvidarte si te sueño por las noches, si me
encuentro con tus manos arrugadas llenas de historias, tu tacto experimentado?
¿Cómo olvidarte si tu inteligencia me deslumbra, si tu
humanismo me conmueve y tu sarcasmo me destruye?
¿Cómo olvidarte si en cada mirada me recuerdas lo que
soy y lo que me falta por vivir?
¿Cómo olvidarte si aún te espero en mi propia decisión
de no hacerlo?
¿Cómo olvidarte si me resigno a dirigirme hacia ti
cuando muero por no hacerlo? ¿Si cada espacio de esta fría ciudad te recuerda?
¿Cómo olvidarte si eres todo lo que me gusta, todo lo
que deseo, todo lo que me inspira, todo lo que apasiona; un ser que me motiva, que
admiro y al que quisiera enormemente susurrarle frasecitas de canciones al oído
por el resto de mi vida?
Tú tan tú, tan casual, tan bello, tan indescifrable, tan
inalcanzable.
Tú tan imposible y yo, que soy terquedad andante, me
lanzo al vacío para pretender estar más cerca del incierto, para suicidarme de
a poco, para ir muriendo lentamente en la delicia masoquista de tu recuerdo.
Es hora de dejarte ir, lo sé y moriré en el intento.
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