Epílogo de unas ganas furtivas

Lindo fue hablar contigo, sentados en una roca gigante, brisa helada, tendidos en el césped de un parque.

Rico fue hablar contigo, escuchar música, lanzarte un beso y comerte a picos.

Delicioso fue que me tocaras en medio de la nada, con un público invisible de las ganas y bajo las estrellas.


Tierno fue dormir contigo y que me acompañarás al teatro y te despidieras con un dulce beso.

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