Crónica: Una serie de eventos desfortunados
¿Han sentido en su vida
esa extraña sensación de levantarse con el pie izquierdo y que de ahí en
adelante todo lo que suceda en el resto del día, sea de lo peor? Pues a mí me
sucedió y no fue uno, sino varios días. Una semana entera de malestar, malas decisiones,
coincidencias absurdas, espantos, rabias y pérdidas.
Podría decirse que hubo
una ruptura en el desenvolvimiento de los hechos que abarcan mi cotidianidad y
todo comenzó el jueves 17 de octubre, ¿será este mes en específico? el año
pasado también tuve una secuencia absurdamente malasuertuda justo en el décimo
mes del año; En fin… ese jueves me entere de una de las peores noticias que me
han dado, habían matado a un amigo, no sé si alguien haya sentido eso alguna
vez, pero es un vacío enorme e indescriptible, lo único que podía hacer era
llorar, no lo podía creer y sencillamente por primera vez vi y analicé con
horror la situación violenta de nuestros país, por segunda vez me tocaba una
situación así, pero en este caso, con una persona a la cual me había
acostumbrado, me hablaba con él todos los días, ya imaginaran ustedes. Como
toda muerte, no se hicieron esperar las especulaciones, los preparativos
fúnebres y lo demás. Fui al velorio a despedirme por última vez, fue una
amistad corta y sustanciosa, pero como le dije a él: “En nuestra amistad nunca
hubo nada malo, porque fue corta, pero de haber sabido que iba a ser así, la
hubiera aprovechado más.” (Puede tomarse a manera de homenaje).
Después de esto cualquier
persona queda inquieta, uno no espera que vayan matando conocidos a diestra y
siniestra y de formas tan escabrosas... pero como buena estudiante, la vida
tenía que seguir, sobretodo la correspondiente a parciales. El fin de semana no
existió para mí, Adobe illustrator fue mi gran acompañante en la realización de
una interfaz para un trabajo, que al final quedo incompleta por algunos errores
de organización, conocimientos y demás de algunos compañeros, ¡sí lo leen,
saben a qué me refiero y ¡sí! Si me enoje, punto. Esto resume tres días,
sábado, domingo y lunes.
Continúo la semana, el
martes obedeció al mes de las brujitas, supongo, pues en efecto, me asustaron.
Los espantos madrugaron, a las 5 de la mañana un hombre al costado izquierdo de
mi cama me estaba mirando inquietamente, obviamente no me quede para analizarlo
a fondo y apenas lo vi me levanté y grite, pero me dejó helada y es la hora,
domingo 27 de Octubre a las casi 10 de la noche, que no he podido volver a mi
dormir en mi habitación...
El miércoles retome
oficio con un simposio de comunicación organizacional de tres días, del cual se
suponía yo era ayudante, fue una jornada extenuante pero divertida, al final me
dolían los pies por la falta de costumbre en el uso de tacones y el cansancio
era infinito, así que decidí dormir temprano y madrugar a hacer trabajos, la
primera parte fue realizada a la perfección, la segunda no tanto…. Y no
fue porque no hubiera querido, o me hubiera quedado dormida, ¡No! Nada de eso,
resulta que el ser mujer me pasa factura cada dizque 28 días y ese jueves, a
las 4 de la mañana, yo me doblaba en un dolor asqueroso, (diría que el peor de
mi vida) que no pude sanar sino después de 4 horas, dos pastillas, una bolsa de
agua caliente y agua de canela. Dormir un rato y levantarse a terminar un
taller no es un buen trato y como siempre, cogida de la tarde, llegue tarde al parcial,
no le puse portada a la tarea y casi me ponen cero por olvidar poner mi nombre
en el examen. Absurdo, diría yo.
Sin embargo, la noche fue
recompensante, salsa, amor y amistad, una grandiosa mezcla. Tin Tin Deo el lugar
de encuentro, amigos de la universidad, mi novio y nuevas personas con una gran
sabiduría. Siempre atesoraré una de las anécdotas contadas, la vez
que en un hotel de Madrid había un piano del que se adueñaron unas personas que
para sorpresa resultarían siendo los integrantes de Queen, ¡barbaro!. En ese
momento pensé que mi racha de mala suerte había acabado, que solo era estrés
acumulado y que al día siguiente todo iba a estar bien, pero me encontraba
lejos de la realidad.
Me levante ese viernes
con mucho frío y tarde, no asistí a la primera clase, mi cabeza retumbaba en un
dolor agudo mientras empacaba mis cosas en el bolso que nunca utilizaba, salí
acompañada de mi novio a tomar un bus que me llevara a un centro comercial
cercano, (una empresa fácil) pero no contaba con que no pasará el MIO y tuviera
que abordar una Ermita en la que me toco irme de pie y para colmo de males en
minutos me robaran el celular, el mismo que había comprado hacia un mes, y de
la marca de la manzanita mordida. ¡Que dolor de huevas! O de ¡tetas!, más bien.
Sin poder hacer nada, habiendo dado un papayaso tan grande y con una
distracción gigante en la cabeza, llegué a mi destino donde tenía que realizar
una actividad académica, pero en medio de mi estrés no encontré al profesor y
resulte ‘vaciada’ por el poco interés que presentaba en la clase (si estuvieran
en mi lugar también sentirían lo mismo, no es que la clase sea mala… sino que…
bahh, mejor me callo para no herir algunas susceptibilidades de algunos
compañeros), afortunadamente me adoptó un grupo, sin embargo es la hora en que
no sé si al fin entregaron el trabajo con mi nombre o no, pues verán, en ese
momento confirmaba con tristeza que las esperanzas de hallar mi celular eran
vanas, así que salí corriendo a reportar el robo, cosa que tampoco pude hacer por
no ser la titular del contrato.
¿Qué pasó con el
simposio? Pues no fui más, ya estaba tarde y el ánimo no alcanzaba, muchísima
pena me dio, pero hay cosas que se salen del poder humano y esa semana y esa
acumulación de malas experiencias habían colmado mi límite.
Esta fue mi semana, cualquier
coincidiría conmigo con el carácter perverso que tuvo, aunque no todo fue malo,
las notas de mis parciales estuvieron bien y fui a una marcha zombie, algo para
distraer la mente y que mejor que muertos vivientes y cosas freakys… y sí, esto
es una carta de desahogo ¿por qué? Porque se me da la gana y me gusta escribir
y si usted termino de leer y llegó a este punto es por algo.
Ahora solo resta esperar
que me deparará el futuro, si solo fue una racha de mala suerte y ya que
descansé ha llegado a su fin, o si tendré que ir al río Pance a lavarme con
jabón azul para curarme de tanta infortunia… ahí les iré contando.
Algunas veces me he sentido similar. Ultimamente con más frecuencia de la que a uno le gustaría. Estoy empezando a comprender que es la vida indicándome que haga las paces con mi lado oscuro. Lo siento mucho por tu amigo. Nunca he perdido a un amigo pero sí a una abuela y sé que el dolor y la confusión pueden ser terribles. Te mando un abrazo, querida amiga. Ojalá que pronto puedas transformar la adversidad.
ResponderEliminarEs uno de tantos días que pensamos que no se acabarán nunca, hasta que escribimos sobre ellos y magicamente la mala racha llega a su fin ;)
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