Delirios humanos

“Versos, pensamientos, letras, y un recorrido infinito por el abecedario y sus distintas combinaciones, yacen pensamientos, yendo y viniendo, sin permiso, desordenados, inquietos, inclementes, apasionados. Estos vuelan a mil, atravesando el corazón y la mente en milésimas de segundos, confundiendo al más inteligente, juguetonamente desesperantes, mientras se juntan con pizcas de locura, buscando inspiración a través de la imaginación, plasmándose en papel, ayudados de pluma y tintero, exteriorizando al mundo su ser, su alma; siendo así, suicidas de causas, a veces justas y a veces injustas.” 

Así es, la descripción perfectamente enredada de lo que considero una apasionante labor: la escritura. Si bien no soy profesional en el asunto, diría firmemente que entre letras he dejado a lo largo de mi vida el corazón; regándome aquí y allá, surfeando desde temprana edad en este mundo maravilloso de la ficción y de las historias contadas y recontadas, al derecho y al revés, real y surrealistamente.

Mi delirio romancista, mi amor enfermizo hacía el dulce, los perros y las películas, son características adquiridas a raíz de espejos literarios que he encontrado a mí alrededor. Escribir no solo es placer, sino una gran terapia de desahogo sentimental y cognoscitivo, de reflexión, de vida, de amor, de equilibrio y armonía. Escribir abre portales, enaltece los sentidos… Da distintas miradas (incluso a los ojos cerrados) y crea sensaciones, sonidos, sabores y emociones tácitas.

Es por eso que encuentro fascinante este arte, que a su vez, traza la proyección a futuro de mí ser; queriendo desvanecer entre caligrafía mi reputación, plasmándome para la posteridad, cuando mi piel no sea más que fino y delicado polvo y todo lo que reste de mí sean esos pensamientos. 

Es algo de mucho amor, de explorarse a sí mismo y de ir más allá de lo cotidiano, conformando un todo integral. Necesita de investigación y datos concretos para alimentar su forma, necesita de cultura para moldear su estilo, de imaginación para traspasar barreras, pero ante todo, necesita de corazón para volverse verosímil y atractiva. Escribir es todo un reto, un reto que decidí asumir y por el cual me esfuerzo constantemente, es lo que me llena, lo que me inspira y por lo mismo puedo decir que es, ante todo, lo que me hace feliz.

¡Oh Escritura sensual, orgásmicamente adictiva, diosa del tiempo y la razón, punto g emocional humano, elixir de poetas y manjar de minas, sencillamente eres… exquisita!... y lo confieso, casi con orgullo, que te deseo egoístamente por toda la eternidad.







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