Efímero

Nació con el soplo de un aliento, con rapidez festiva. Estiró su cuerpo como nunca antes lo había hecho y vio como el sol recorría su desnudez en hermosas dimensiones coloridas, ¡todo un arco iris!. Con alegría, miró a sus hermanos jugueteando entre las corrientes, unos más grandes, otros más chicos, pero todos felices; coqueteando con mariposas, sorteando hojas de otoño y haciendo filas indias acompañadas de torpes movimientos.

Era testigo de este espectáculo a medida que su cuerpo crecía con los minutos, la emoción aumentaba enormemente, sentía un vacío estomacal inexplicable, tanto, que cuando por fin se sintió lista bastó un leve impulso para atravesar el mundo... así es, giró, voló y amó con dulce locura la naturaleza a su alrededor, mientras bailaba con el viento un cálido vals al ritmo de los rayos solares, esos mismos que tejían su vestido tornasol con una magia de polvo de hadas y le proveían una iluminación de ensueño. 

El mundo se mostraba ante sí, las imágenes recorrían su mente a medida que acumulaba la mayor cantidad de recuerdos en la misma. Estaba extasiada, de tal manera que no se dio cuenta, sino hasta que hecho un vistazo a donde no debía, del cansancio que comenzaba a recorrer su cuerpo. Una mirada cautivante para que todo su mundo se volcara boca arriba. Fue cuando comenzó su descenso y con él, su deterioro inexplicable. Su cuerpo se debilitó, y su piel se empezó a escurrir, su alma se estaba desangrando... poco a poco fue tocando tierra y a través de su herida fue muriendo lentamente, muriendo de amor.

¿Qué sucedió? Se había enamorado de ella a primera vista. Traicionera amante y desgracia asesina. 

No escuchó consejos ni advertencias, simplemente se lanzó al vacío y en la víspera de su último suspiro, abrazó con pasión inclemente a aquella hermosa rosa, buscando consuelo en alguien, que solo supo clavar su puñal sin piedad en aquella vieja y necia burbuja. 


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